LAS COSAS SE TUERCEN

Menos mal que hay helicópteros en el trek del Campo Base del Everest. A veces las cosas se tuercen. Eso es así. La montaña es así.

¿Te suena estar preparando una barbacoa para el finde, mirar el tiempo, que den bueno y que luego caiga el diluvio universal? Pues eso. A veces las cosas se tuercen.

Predecir el tiempo es una cosa complicadísima. Aunque nos gustaría, no es una ciencia exacta. A veces falla. En todas partes. En la montaña es aún más complicado. En un valle con árboles puede crearse una niebla baja y en el de al lado, más pelado y rocoso, estar totalmente despejado. Cuanto más agreste el terreno, más variable, espontáneo e impredecible es el tiempo.

EL TIEMPO EN EL TREK DEL CAMPO BASE DEL EVEREST

El trek del Campo Base del Everest transcurre por la región del Solokhumbu. El lugar más alto del mundo. Cuatro de los 14 ochomiles se encuentran en esa región. La altitud máxima son 8848 metros. La más baja 600 metros. Eso significa que en una región del tamaño de la isla de Mallorca conviven los climas tropical, subtropical húmedo, templado, alpino, subalpino y polar. Vamos, una locura meteorológica.

Cuando empiezas el trek vas en camiseta y pantalón corto y a 5364 metros, en el Campo Base del Everest, más vale que lleves un buen plumas…

Las previsiones fallan más que el servicio de correos de Kuala Lumpur. Una bola de cristal sería más efectiva. Hasta los meteorólogos de las grandes expediciones, trabajando y midiendo in situ con equipos de gama alta se equivocan, así que imagínate como meten la pata los algoritmos de las webs occidentales…

NUESTRO TREK DE PRIMAVERA

El trek de primavera lo hacemos primera quincena de Mayo, que suele mantener buen tiempo. Estable. Antes del monzón, que no golpea el país de las montañas hasta Junio, aunque en los últimos años cada vez se retrasa más.

El día 13 de Mayo llegábamos de vuelta a Lukla en la última etapa de nuestro trek. Es una etapa dura. Muchos kilómetros. Pero es una etapa feliz. Muchas ganas de celebrar. Lukla suele ser una fiesta con la gente que vuelve de hacer el trek o de mayores retos… Lo normal es dormir allí esa noche y volar a la mañana siguiente (con una ligera resaca) de vuelta a Kathmandu.

Al llegar, fuimos a tomar unas cervezas al Irish Pub (que tiene poco de Irish…) y luego cena en el lodge, un poco de guitarra, unas risas y prontito a la cama. Estábamos muy cansados así que enseguida caímos rendidos. Pensando en las compras y los filetes de yak en Kathmandu. Pero ya sabemos que las cosas se tuercen.

ATRAPADOS EN LUKLA

Al despertarnos por la mañana del día 14, la cosa no pintaba bien. Se suponía que a las 7:30 teníamos que hacer el check in en el aeropuerto. Pero estaba nublado. Llovía. Mal asunto.

No he hablado de la pista de aterrizaje del Aeropuerto Tenzing-Hillary. Es conocido como uno de los aeropuertos más peligrosos del mundo (aunque no es, ni de lejos, el que más accidentes ha tenido…). Su única pista (la famosa 24 de despegue, 06 de aterrizaje) mide tan solo 450 metros y tiene una pendiente del 12% para que los aviones frenen al aterrizar y para ayudarles a acelerar en el despegue. Por estas condiciones solo pueden volar allí un tipo de avionetas muy concreto, de esas con hélices. 19 pasajeros como mucho. Además no hay ayudas instrumentales para el aterrizaje o el despegue. Cuando el clima se complica, simplemente, no se vuela.

Volvamos a nuestros héroes. En este trek éramos un equipo de 8. El guía local, Padam, los porters Mohan y Dinesh, 4 trekkers y yo mismo. Los porters viven en Lukla, así que para ellos no era un problema la falta de vuelos. Padam tampoco tenía problema en volver a Kathmandu un día o cuatro más tarde. Los demás teníamos poco margen. A las 20:30 del día 15 (al día siguiente) salía nuestro vuelo desde Kathmandu hacia Madrid, con escala en Doha.

Total, que madrugamos. Preparamos por última vez (creíamos) el petate y bajamos a desayunar. Unas tostadas y un té. El ánimo sombrío como el día. Nuestro guía nos dice que esperemos. Pues a esperar. Ya sabes. Instagram. Un té. Charlar. Leer un poco. Instagram. Escribir en el diario. Comer guarrerías. Instagram. Un té. Déjame la batería. Instagram. El tiempo se hace eterno.

Las noticias desde Kathmandu no mejoran la situación. Los vuelos no están saliendo de allí. En Lukla no hay avionetas, así que si no salen vuelos de Kathmandu, tampoco de Lukla. Hay que empezar a preparar los planes B, C, D y hasta Z.

SOLICITA EXTRACCIÓN. HELICÓPTEROS EN EL CAMPO BASE DEL EVEREST

No se puede salir de Lukla sin volar. Bueno, se puede, pero está complicado. 6 horas caminando (con todo el equipaje, sin porters). 3 horas en jeep por pistas forestales. 9 horas en autobús (de los buenos…). Solo nos quedan los helicópteros. Por su mayor flexibilidad de vuelo, su capacidad para volar metiéndose en los valles o pararse en casi cualquier sitio en caso de necesidad, es el único vehículo que permite salir de allí con seguridad. Pero claro. No es barato. No es como coger un taxi. Un vuelo Lukla – Kathmandu cuesta casi lo mismo que Madrid – Kathmandu ida y vuelta….

La maquinaria de Malamalama se pone en marcha. Nuestro guía comienza a tantear el terreno con los pilotos de los helicópteros. Tanteamos también a los responsables de dar las plazas en los vuelos. Pedimos. Suplicamos. Ofrecemos sobornos. Nuestros partners de Kathmandu tampoco están ociosos. Contactan, una por una, con las 6 compañías que vuelan allí. Piden favores. Les envían nuestras reservas de vuelo a Madrid, a ver si se apiadan de nosotros y nos dan prioridad en el primer vuelo. En caso de que haya vuelos. También hablan con las compañías de helicópteros y regatean el precio. Incluso con nuestra aerolínea de vuelta a Madrid para ver si pueden retrasar nuestro regreso como opción Z…

Mientras tanto, mi trabajo es el equipo. Estas situaciones no son fáciles. La tensión crece. Cada uno tiene sus necesidades. Su manera de afrontar la adversidad. Mi objetivo es que el equipo lo siga siendo hasta que estemos de vuelta en casa (al menos). Por suerte, somos un grupo fuerte y unido. Hemos hecho buenas migas durante los entrenamientos previos en Madrid, desde hace meses. No ha habido ni un problema durante todo el viaje y no lo va a haber ahora… Nada mejor que la comida para distraer el alma, así que traigo samosas, frutos secos, patatas fritas… y pedimos la comida (durante todo el trek, si no estamos comiendo, estamos pidiendo comida). Entre tanto hablo con todos. Consigo una estufa para que no muramos de hipotermia. Veo que necesitan.

Va a ser imposible volar hoy en avioneta. 7 vuelos aterrizan y despegan escopetados durante una pequeña ventana entre las nubes. Ninguno es para nosotros. Reservamos un helicóptero para las 3 de la tarde. Son las 3. No se puede volar. No se podrá volar esta tarde. Hay que pasar la noche en Lukla.

Ya no hay mucho más que hacer. Reservamos un helicóptero para la mañana del día 15 y nos disponemos a disfrutar en la medida de lo posible. Salimos a dar un paseo. Comprar una camiseta limpia (la limpieza sienta bien). Tomar un lassi. Conseguimos un upgrade para el equipo. Habitaciones con baño privado, ducha de agua hirviendo y hasta manta eléctrica. Y lo mejor de todo. Cena de casa. Pido permiso en la cocina y preparo una tortilla de patatas de 14 huevos ante la mirada atónita de nuestros anfitriones. Y pido ensalada. Y un postre con mucho chocolate.

A la mañana siguiente madrugamos, para darle una última oportunidad a las avionetas, pero está más cerrado aún. Pinta regular. Igual no podemos salir ni en helicóptero. Aún así nos vamos al aeropuerto. Esperamos y desesperamos. Hace frío en la sala de espera. Mucha gente esperando. Muchos nervios. Nos mudamos a la cafetería de enfrente donde probamos todos los tipos de galletas caseras que hacen. Más té. Y, de pronto, la carrera. Tenemos helicóptero! Como siempre hay que correr para después esperar. Creo que me he lesionado el hombro corriendo con el equipo a cuestas… El ánimo va cambiando. Por fin vamos a salir.

LA EXTRACCIÓN

El vuelo en helicóptero fue una gran experiencia. Una pena que por las nubes no hubiera mucha visibilidad, pero el vuelo fue de lujo. Íbamos todos con cara de niño de cumpleaños. En Kathmandu teníamos unas habitaciones reservadas para asearnos y ponernos decentes. Unas hamburguesas para comer. Unas compras rápidas y listos para ir al aeropuerto.

Mucha gente me pregunta qué diferencia hay entre viajar con nosotros o viajar por libre. Lo fundamental es el equipo. Cuando viajamos nos convertimos en familia (“una familia muy apañada” que dijo alguien en este viaje). Nosotros cuidamos de la familia. Ese es mi trabajo. 28 vuelos de 19 pasajeros fueron cancelados ese día. Al menos 400 personas no pudieron salir de Lukla. Nosotros si. Sin cargo para los clientes. Sin que tuvieran que hacer una sola llamada. Ni una sola gestión.

Me encanta mi trabajo.

हामी परिवार हौ

Edu Lalanda

Director de Malamalama Travels

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En Octubre volvemos. Si quieres formar parte de la Familia Malamalama, es ta es una buena oportunidad!
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