
Mi amigo Paco es un guarro. Tanto que, de hecho, le llamamos Paco “el Guarro”. El dice que no es un guarro, que sólo es “de poco lavar”. A él no le importa. A sus compañeros de montaña nos molesta un poco. En rutas largas, nos importa mucho. Sobre todo al llegar al refugio o la tienda…
Hace algo más de un año estábamos haciendo una ruta por Picos de Europa. Todas las previsiones daban que no llovería hasta la noche, pero a las 11 de la mañana el barómetro de mi reloj ya estaba pitando. Nos pilló de lleno a la 1 y nos quedaban aún 9 kms hasta el refugio… Ya sabes como se pone aquello cuando llueve de verdad…
Pues claro, nos pusimos todos nuestras cáscaras de Gore-Tex y continuamos camino, apretando el paso tanto como las condiciones permitían. Cuando llegamos al refugio, casi tres horas después bajo la lluvia, mi chaleco polar debajo de la cáscara estaba completamente seco. Los de los demás también. Paco “el Guarro” tiritaba y tenía los labios morados. Toda su ropa desde la primera a la última capa estaban para escurrirlas…
Eso es lo que pasa cuando no cuidas la ropa técnica, que se convierte en un inútil plástico muy caro. Una membrana sucia no transpira nada y te encharcas por dentro y cuando te empapas, te congelas. Las plumas mojadas se apelmazan, enmohecen y no abrigan.
Paco “el Guarro” alegaba que “el goretex no se lava porque se estropea” y “el plumas no vuelve a su estado después de lavarlo”, aunque ni el mismo se lo creía mientras intentaba entrar en calor con un cazo de sopa.
Para tratar de mejorar su calidad de vida en la montaña (y de paso la nuestra), escribí este artículo. Aunque no seas tan guarro como Paco, seguro que te vienen bien estos consejos:
Edu Lalanda, CEO de Malamalama Travels